Lebrija (Sevilla),
a 10 de Agosto de 2012
“Hay personas que nacen con un
cuerpo perfecto y van por la vida llenos de negra desesperación. Otros, a pesar
de no tener brazos ni piernas, llevan una vida llena de paz y sin
preocupaciones. La incapacidad física no tiene nada que ver con ello”.
Hashiya Hirodate
Ototake
(Escritor japonés sin
brazos ni pies)
Estimada Sra. Ex-Directora de la
Biblioteca Nacional de España Doña Rosa Regás:
El pasado 6 de agosto,
publicaba usted por segunda vez en menos de diez días, en su blog denominado “Ellas”
y alojado en el periódico digital de El Mundo, un artículo referido a los
niños concebidos con alguna discapacidad, esta vez titulado “Talidomida”,
que se puede leer en http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/autor/rosaregas/index.html
en el
que vuelve usted a llamar “monstruos” a los niños concebidos con alguna
discapacidad, y en el que nuevamente vuelve Vuestra Merced a defender que se
puedan matar estos niños discapacitados en el vientre de sus madres, antes de
llegar a nacer, mediante la legalización del aborto eugenésico, al mismo tiempo
que intenta realizar un desesperado intento por justificar lo injustificable:
la ejecución de niños inocentes e indefensos en el vientre de sus madres por el
único motivo de que no sean tan perfectos como lo es usted.
Sra. Regás, en contestación
a su anterior artículo referido a este mismo tema, y que publicó usted días
antes, ya le remetí una carta de siete folios el pasado uno de agosto, que usted
no ha podido, no ha sabido o no ha querido contestar. Pero como veo que sigue
sin comprender nada de lo que le he dicho, y sin aceptar que la vida de todos
los seres humanos tiene el mismo valor, procedo a contestarle nuevamente a su
último y lamentable escrito. Tenga usted la seguridad que le escribiré tantas
cartas como hagan falta, hasta que su mente llegue a comprender que no existe
el derecho a matar, existe el derecho a vivir. Como decía Marithe Lozano, “La
discapacidad no está en las personas faltas de una parte de su cuerpo, está en
la mente de muchas que se dicen sanas”.
Hace sólo tres días, he
visto nacer a mi segundo hijo, y aunque hubiera nacido sin brazos o sin
piernas, y aunque desarrolle alguna enfermedad de cualquier tipo en el futuro, lo
amaré exactamente igual. Mirando la carita de mi hijo recién nacido, me cuesta
mucho trabajo comprender que existan personas y mentes retorcidas como la suya,
que prefieren ver tirados en un cubo de basura estos angelitos inocentes e
indefensos, por el simple hecho de haber sido concebidos con alguna enfermedad,
antes que verlos en los brazos de sus padres recibiendo todo el amor y cariño
que cualquier niño necesita y se merece.
Entremos a analizar
detenidamente su escrito titulado “Talidomida”.
En el primer párrafo del
mismo, y en su búsqueda desesperada por encontrar argumentos de algún tipo a
sus planteamientos nazis, en defensa de la eliminación impune de seres humanos
con malformaciones congénitas, hace referencia usted, a un artículo escrito por
un cineasta francés hace medio siglo, en 1962.
Que la opinión de un
cineasta, de mediados del siglo pasado, sea toda la argumentación jurídica y
científica que usted sea capaz de aportar para defender la cultura de la
muerte, y la eliminación de personas concebidas con discapacidad, a través del
aborto eugenésico, me parece francamente lamentable y patético, de una gran
pobreza moral e intelectual y sobretodo, digno de una persona sin corazón.
En el segundo párrafo, dice
usted textualmente:
Yo estaba muy al
final de mi tercer embarazo y para no equivocarme fui al Diccionario de uso del español de
María Moliner en busca de una definición correcta: "Monstruo, ser que tiene alguna anormalidad muy notable y fea"
Con gran miopía intelectual,
persiste usted en su error de seguir denominando “monstruos” a los angelitos que han sido concebidos con alguna
discapacidad o enfermedad: niños con espina bífida, niños con síndrome de Down,
sordos, etc.… y para ello recurre a una supuesta definición de la palabra “monstruo”
de María Moliner. Pues bien, Sra. Regás, utilizando esa misma definición que usted
cita, permítame que le diga con todo el cariño del mundo que su persona se
encuadra perfectamente en la definición de monstruo de María Moliner, y
permítame que se lo explique.
Usted, Sra. Regás, cumple los tres
requisitos que se exigen para ser calificada una persona como monstruo según María
Moliner.
El primer requisito, es tener alguna
anormalidad, como usted tiene. Las personas normales, Sra. Regás, desde el
punto de vista estadístico y desde el punto de vista del sentido común, sienten
compasión y deseos de ayudar a las personas enfermas, discapacitadas e
indefensas. Una persona normal, con sentido común y sin atrofias mentales ni
intelectuales, siempre sentiría respeto, y solidaridad hacia niños discapacitados,
dentro y fuera del vientre de su madre. Una persona anormal, preferiría matar
estos seres humanos antes de que nacieran, y buscaría la pureza de la raza, sin
niños con limitaciones, como en su día buscó Adolf Hitler, y en la actualidad buscan
gente anormal como usted.
Las personas normales, Sr. Regás,
desde que tienen uso de razón, se dan cuenta que sus semejantes tienen los
mismos derechos que ellos mismos, y que no por tener más o menos cromosomas, o
por tener más o menos extremidades se puede matar a otro semejante. Las
personas anormales, por el contrario Sra. Regás, piensan que ellas son
perfectas y que quienes no lo son deben morir antes de nacer, como piensa usted.
Desde el punto de vista
moral y ético, las personas normales tienden a hacer el bien a sus semejantes,
sean concebidos con discapacidad o sin ella, y hacen realidad en sus vidas la
Regla de Oro o máxima de la ética de la reciprocidad, coincidente con el primer
imperativo categórico de Kant: “Trata a
tus semejantes como te gustaría que te trataran a ti”. Las personas
anormales, como Adolf Hitler o como usted, por el contrario, piensan que
eliminando a judíos, o negros o niños concebidos con alguna discapacidad, hacen
un bien a la sociedad, y a la raza humana, porque son ellos quienes se sienten
con potestad y capacidad para decidir quién debe vivir o quien debe morir.
El segundo requisito,
según María Moliner, es que esa anormalidad sea notable. Desde luego su
anormalidad, Sra. Regás, o su incapacidad de comprender que todos los seres
humanos somos iguales en dignidad y derechos es muy notable y muy notoria, según
pone usted de manifiesto en sus dos lamentables escritos publicados en menos de
diez días en su blog del Diario El Mundo.
Me atrevería a decir, que
su anormalidad o incapacidad para entender que todos los seres humanos, tienen
derecho a la vida, más que notable es sobresaliente. Me pregunto como un ser
racional y de mi misma especie puede llegar a tener tan pocos escrúpulos
morales, y tan poca vergüenza para llegar a pedir públicamente, que se puedan
matar a niños en el vientre de su madre por tener discapacidad y encima
llamarles monstruos, y quedarse tan tranquila.
¿Sabe usted a cuantos
padres con niños con síndrome de Down ha herido usted con sus infames palabras?
¿Tiene usted idea de lo que puede llegar a sentir un niño que haya nacido con
alguna malformación si llega a saber que hay gente como usted, que no sólo los
insulta llamándoles monstruos, sino que además defiende que deberían haber
podido ser matados e eliminados antes de nacer por no ser tan perfectos como lo
es usted?
Tiene usted suerte de
haber ganado el premio planeta once años, porque desde luego, si lo tuviera que
ganar ahora por los artículos que escribe en su blog, la verdad es que lo
tendría más que crudo...
Además, tiene usted
suerte de vivir en un país como España, porque si viviera en un país como
Alemania, donde la apología de las ideas nazis está prohibida, podría usted ser
perseguida de oficio por la Fiscalía, por hacer apología del nazismo entre
otras cosas.
Y el tercer requisito, según María Moliner, para ser
calificada una persona como monstruo, es que la anormalidad que tenga sea muy
fea.
Pues bien Sra. Regás, le puedo asegurar, que para las
personas de bien, y que tienen buen corazón, no hay anormalidad más fea, que la
suya, la de su incapacidad para tratar a sus semejantes, con el respeto que se
merecen, como personas y como cualquier ser humano; a todos sus semejantes,
incluidos los que tienen más o menos cromosomas que usted, y los que tienen más
o menos extremidades en su cuerpo que usted,. No hay anormalidad ni incapacidad
más fea que la suya Sra. Regás, la de no ver en las personas concebidas con
alguna discapacidad un ser humano con los mismos derechos que los demás.
¿Qué es para usted la igualdad de derechos y la igualdad
de oportunidades Sra. Regás? Le explicaré un caso ocurrido en Italia, que puede
que le ayude a comprender esas expresiones que por lo que veo a usted le siguen
sonando a chino, a pesar de mi primera carta de siete folios que le envié hace
sólo unos días. El siguiente caso fue publicado recientemente como noticia por
hazteoir.org, y se le reproduzco a continuación.
Es el caso de Marisa Ferrante, quien
esperaba dar a luz a un “monstruo”,
utilizando su terminología Sra. Regás, según le había advertido su ginecólogo.
A los 4 meses de gestación, el facultativo detectó, mediante unas pruebas, una malformación que no
podía describir a la madre de la criatura. Insistentemente, el
médico recomendó a la paciente la necesidad de someterse a un aborto ante lo
que podría nacer. Calificó de «Imprescindible» dicha intervención porque
nacería una niña con numerosas deformidades, si es que el embarazo llegaba a
buen puerto porque, el médico, también albergaba sus dudas.
Por supuesto, la vida de la madre también correría peligro si
es que se empeñaba en proseguir con la gestación.
Marisa, mujer católica que esperaba con alegría el
alumbramiento de su bebé, se negó a someterse a tal práctica. «Yo quería a toda costa
esa criatura» declaraba hace no mucho Marisa Ferrante. «No
podía aceptar un destino tan cruel y mi tozudez me dio la razón». Pero, junto a
estas razones «humanas» existían otras «sobrenaturales» como indica Marisa: «Me encomendé a las manos
de Dios y tuve a mi hija», en declaraciones recogidas por
Ángeles Conde de Religión en Libertad.
Y
así fue. En 1975 dio a luz a una niña perfectamente sana. Esa pequeña, Anna Valle,
veinte años después se convertiría en Miss Italia. En 1995 la prensa
italiana calificó a la modelo como belleza renacentista por su negra
melena y sus rasgos suaves. Sus ojos verdes y su 1,78 son reflejo de aquella
«tozudez» de Marisa. La propia Anna, consciente de su historia, al defender su
candidatura ante el público en el certamen de Miss Italia, pidió al público que
la votara a ella para «darle una alegría a mi madre».
Anna
Valle consiguió el título de Miss Italia en 1995 y luego ha desarrollado su
carrera artística como actriz.
Sra. Regás, me puede explicar usted ¿qué hubiera pasado si
a esa niña Anna Valle, a la que habían diagnosticado una grave malformación, su
madre no le hubiera dado la oportunidad de vivir como a cualquier otro niño
concebido completamente sano?
Asimismo, dice usted en
su último artículo sobre este asunto lo siguiente:
“Me quedaba más o
menos un mes y medio para el parto así que no había forma de pensar en un
aborto que por otra parte no habría sabido por donde moverme: en aquellos años
la cuestión nunca me había preocupado ni a mí ni a las personas de mi conservador
entorno, y menos aún se me había ocurrido pensar en él como uno de los
ineludibles derechos que debía conseguir la mujer.”
Sra. Regás, ¿Cómo se atreve
usted a emplear la palabra “derecho” si no tiene usted ni pajolera idea de lo
que significa esa palabra?
Sra. Regás, a ver si se
entera usted de una vez, no existe el derecho al aborto, porque no existe el
derecho a matar, lo que existe es el derecho a vivir.
Le recomiendo que se lea usted
el Dictamen del Consejo Fiscal de España, sobre la actual ley del aborto en
vigor en nuestro país, en el cual dice textualmente lo siguiente:
«La
despenalización no puede convertirse en un derecho. Hasta ahora el Tribunal Constitucional había
declarado la licitud de que en determinados casos límite el aborto quedara
despenalizado, basándose principalmente en la aplicación del principio de no
exigibilidad de otra conducta. Es decir: el aborto sigue siendo un mal, pues
supone la privación de la vida del nasciturus, que es un bien
constitucionalmente protegido. Dicho valor cede ante situaciones extremas, (…).
Pero, en puridad, no puede hablarse de un derecho al aborto, pues ello
supondría el reconocimiento del derecho a eliminar a un ser humano distinto de
la madre y titular del derecho a la vida humana. (...) Con menos
razón puede el derecho de la madre a interrumpir voluntariamente su embarazo
durante las primeras catorce semanas de gestación ser considerado un derecho de
tal categoría.
«El “derecho a decidir”, como tal, en materia de terminación voluntaria
del embarazo, no está expresamente reconocido en los instrumentos
internacionales invocados en la
Exposición de Motivos. Por el contrario, debe ponerse de
relieve la claridad de los principios del Derecho Internacional en materia de
Derechos Humanos que protegen la vida del no nacido.
En
efecto, los tratados internacionales en materia de derechos humanos (textos
formalmente negociados, firmados y ratificados por los Estados) no establecen
el derecho al aborto y en ningún caso demandan que los Estados lo despenalicen.
Por tanto, no se puede afirmar que el aborto forma parte de las obligaciones
internacionales. De hecho la claridad referida de los tratados internacionales,
se proyecta sobre la protección de la vida pendiente de ser alumbrada.
En particular, ni el Convenio Europeo de Derechos Fundamentales y Libertades Públicas
(1950, en su art. 23), ni el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos (1966), cuyo art. 6 (1) establece que “Todo ser humano tiene el
derecho inherente a la vida. Este derecho será protegido por la ley. Nadie será
privado arbitrariamente de su vida”; ni el Pacto Internacional de los Derechos
Sociales y Culturales (1966), cuyo art. 12 se limita a declarar “el derecho de
toda persona de disfrutar del más alto nivel de salud mental y física”; ni la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (1979) y la Convención de Derechos
del Niño (1989); así como la
Convención de derechos de personas con discapacidad (2006),
incluyen de manera alguna el derecho al aborto, ni hacen mención al mismo, más
bien al contrario defienden la protección del nasciturus.
Mención
especial merece la
Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW, 1979, firmado por España el 17 de julio
de 1980 y ratificado el 5 de enero de 1984), se trata de un Convenio
Internacional de carácter vinculante, cuyo texto fue cuidadosamente redactado
por los Estados parte sin mencionar la palabra aborto. (...).
Por lo
tanto, de acuerdo con los tratados mencionados, España no queda obligada a
reconocer en su legislación derecho alguno a la “interrupción voluntaria del
embarazo” o bien a despenalizar el aborto.»
El 25 de marzo de 2011, se firmó en San José
(Costa Rica), el documento Los
Artículos de San José. El texto está elaborado y suscrito por
más de 30 personalidades de todo el mundo, entre las que se encuentran abogados y juristas especializados en
derechos humanos, intelectuales, dirigentes de partidos políticos y
parlamentarios en activo, diplomáticos, científicos y expertos en política
internacional. El objetivo principal de este documento, (9
artículos y conclusiones), es desenmascarar
la falsedad de un reconocimiento internacional a un supuesto derecho al aborto. Su
artículo 5, dice: «No existe el derecho al aborto en el
derecho internacional, ya sea por medio de la obligación de un tratado o el
derecho internacional consuetudinario.»
Y el Consejo de Estado por su parte, en su Dictamen sobre la ley del
aborto actualmente en vigor en España afirma lo siguiente: «De
la doctrina sentada por el Tribunal Constitucional en la que se mueve la
presente consulta y del conjunto del propio texto del anteproyecto no resulta
un derecho al aborto (algo desconocido en los ordenamientos de nuestro entorno
susceptibles de ser tomados como modelos), sobre el que el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos ha rehusado pronunciarse, que ni siquiera se menciona en los
instrumentos internacionales relativos a los derechos de la mujer y cuya
formulación carece de fundamento en nuestro ordenamiento jurídico.»
Por su parte, el 16 de diciembre de 2010 la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derecho Humanos dictó sentencia en el Caso nº
25579/05 donde textualmente establece que «no existe un derecho humano al aborto». Más bien reconoce en su fundamentación
que lo que debe existir es una protección del «derecho a la vida del no nacido».
Asimismo, cuenta usted en
su referido y lamentable escrito, el parto de su hijo David, y dice usted
textualmente lo siguiente:
“Al despertar lo único que me interesaba y lo primero que
quise saber es cuantos brazos tenía mi niño.
"Dos", me dijeron sin comprender por qué hacía esa pregunta tan
tonta. Y yo ciega aún de morfina o de lo que fuera que me hubieran dado y de la
angustia que tardó muchos meses en desaparecer de la profundidad de mis sueños,
me eché a llorar: "Dos
brazos" me lamentaba, "solo dos brazos, sólo dos". Mi
hijo David era una preciosidad,
con unos ojos azules que todavía hoy me enternecen cuando los miro y un cuerpo
de 4 kilos 250 gr que hizo las delicias de las enfermeras y de toda la familia.”
Sra.
Regás, me resisto a creer que si su hijo David no hubiera tenido dos brazos
perfectos, usted no lo hubiera amado igual. Acaso, ¿Hubiera usted deseado que
su hijo David no hubiera nacido si le hubiera faltado una pierna? ¿Acaso
querría usted menos a su hijo David si hubiera nacido con alguna malformación?
¿Se atrevería usted llamar monstruo a su hijo si no hubiera nacido con dos
brazos y dos piernas perfectas? ¿Ya hoy no le enternecería la mirada y los ojos
de su hijo David si no hubiera nacido con sus extremidades en perfecto estado?
Reflexione
un poco sobre estas preguntas, y quizás descubra el absurdo y el sinsentido de
las ideas nazis que usted ha intentado defender y desesperadamente justificar,
en sus dos lamentables escritos recientemente publicados en su blog. Y piense,
que de la misma manera que a usted no le gustaría que a su hijo David le
llamasen monstruo por la calle si hubiera nacido con una pierna menos, tampoco usted
tienen ningún derecho a llamar monstruos a los hijos de otros padres que no han
tenido la suerte de tener unos hijos tan
perfectos como el suyo ni tan perfectas como es usted, pero que seguro que han
tenido la suerte de tener unos padres con más corazón y con infinita más
capacidad de amar a sus semejantes de la que tiene usted.
En su último párrafo, dice
usted textualmente lo siguiente:
“Su presencia logró trasmutar la memoria de
aquel parto que había temido como el mayor de los peligros que se cernía sobre
mi vida, pero me ha dejado incólume la conciencia del dolor de tantas mujeres
que no tuvieron la suerte que a mí me otorgó el azar en un asunto que los
franceses resolvieron hace tanto tiempo y que nosotros, los españoles, teníamos
también resuelto…”
Veamos Sra. Regás. Habla Usted
del dolor de tantas mujeres que no tuvieron la suerte que ha tenido usted de
tener un hijo perfecto (según lo que entiende usted por perfección claro). Pero
¿Sabe usted cuantos padres son felices con sus hijos que han nacido con algún
retraso, malformación o discapacidad? ¿Sabe usted cuántas cosas tenemos que
aprender de esos niños y cuanta felicidad dan?
Sra. Regás porqué no
habla usted del verdadero dolor que siente una madre después de haber abortado
al hijo que llevaba dentro. Eso sí que es un dolor difícil de curar. Deje su
cómodo sillón de escritora mediocre y dese un paseo por los muchos centros de
orientación familiar que hay por España y por los centros de atención a la
mujer, y hable con los psicólogos que tratan del síndrome post aborto a las
mujeres que han abortado.
El doctor John
C. Willke dijo en una ocasión: «Es
más fácil sacar al niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento».
Y es que a los numerosos
riesgos físicos que implica el aborto provocado para la mujer hay
que añadir un fenómeno muy frecuente pero que es sistemáticamente silenciado:
el Síndrome
Post-aborto (SPA).
Carmen Gómez
Lavin psiquiatra y experta en síndrome
post aborto, explica que las consecuencias psicológicas del aborto que
se dan con más frecuencia son «cuadros
depresivos que se acompañan de un sentimiento grande de culpabilidad». Una psiquiatra canadiense, la
doctora Susan Standford, ha relatado
su propia experiencia con el SPA explicando sus tres fases: desasosiego y
tristeza; se revive continuamente el momento traumatizante del aborto de un
modo muy profundo; y finalmente una gran depresión. Ninguno de estos riesgos
es advertido a las mujeres por los centros que practican abortos.
Además dice Usted, “un
asunto que los españoles teníamos también resueltos”. Pero ¿cómo puede Usted
decir semejante barbaridad y quedarse tan pancha….? Un asunto que provoca más
de 300 muertes diarias de criaturas inocentes e indefensas es para usted un
asunto resuelto. ¿Pero sabe usted lo que supone poner fin a la vida de más de
300 seres humanos al día? Adolf Hitler y sus generales nazis también pensaron
que el asunto de los judíos estaba resuelto con las cámaras de gas. Qué triste
Sra. Regás, que en pleno siglo XXI, aún haya personas con esquemas mentales
propios de mediados del siglo pasado.
El asunto del aborto,
estará resuelto cuando, la humanidad en su conjunto comprenda que el embrión
humano debe gozar de la máxima protección jurídica, porque entre otras cosas,
todos fuimos embriones. Y si hoy Usted y yo podemos escribir, es porque cuando
fuimos embriones nadie nos ejecutó en el vientre de nuestras madres por ser
sospechosos de no ser perfectos.
Y por último y para finalizar su escrito dice usted la
siguiente perla:
“…pero
que hoy, con el pretexto de unos
principios morales que ni siquiera pueden afianzarse, como pretende el
Ministro, en conocimientos científicos, amenaza con devolvernos a la edad de las cavernas.”
Sra. Regás esto ya se lo expliqué en mi anterior carta,
pero veo que sigue usted sin enterarse o sin quererse enterar.
¿Tiene
usted la desfachatez de hablar de principios morales? ¿Pero Usted sabe lo que
es eso? ¿Cómo puede hablar de principios morales una persona que defiende que
se puedan tirar al cubo de la basura todos aquellos seres humanos que no hayan
sido concebidos sanos como una pera? ¿Cuáles son sus principios morales Sra.
Regás?
Y
por si fuera poco, encima cuestiona usted los conocimientos científicos de la
comunidad científica que por activa y por pasiva han dejado claro ya desde hace
mucho tiempo que la vida humana comienza con la concepción. Le vuelvo a repetir
lo que le dije hace unos días, a ver si esta vez lo entiende usted.
El
18 de marzo de 2009 fue presentada en Madrid, “La Declaración de Madrid”,
que es un documento firmado por un grupo de más de 2.000 científicos,
profesores e intelectuales de distintas ramas de la Biomedicina, las
Humanidades y las Ciencias Sociales, encabezado por los catedráticos Nicolás
Jouve, Luis Franco Vera y César Nombela.
La premisa básica que
defiende el manifiesto es que la vida empieza en el momento de la concepción, y
que cualquier iniciativa legislativa que afecte al régimen jurídico del aborto
debe asumir dicha premisa. El manifiesto también afirma que el aborto equivale
a una “interrupción de una vida humana”, que supone “una tragedia para la
sociedad”.
En abril de 2009, el
Colegio Oficial de Médicos de Sevilla reunida su Junta Directiva en sesión
plenaria y de forma unánime, acordó adherirse al Manifiesto de Madrid,
promovido por intelectuales y científicos opuestos a los planes gubernamentales
en torno al aborto. Lo hizo bajo la afirmación de que "Existe sobrada
evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación".
En junio de 2009, el
Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid apoyó el manifiesto de Madrid bajo
las bases de que “La vida comienza con la fecundación del óvulo, momento en
el que se crea un ser vivo individual con su mapa genético determinado y con
una esperanza de vida en el mundo desarrollado de 80 años”, afirmó en la
nota de prensa Miguel García Alarilla, vicepresidente del colegio. En ese
sentido, concluye el texto, "no hay ninguna discontinuidad, no hay
ningún momento en que podamos decir que había algo prehumano y luego un ser
humano".
En septiembre de 2009, la
Comisión Nacional de Bioética española reconoció que el
nasciturus es un ser humano.
Y por último dice que usted
que el Sr. Ministro pretende devolvernos
a la edad de las cavernas. No se confunda Sra. Regás. La que pretende
orientar nuestra sociedad hacia la edad de las cavernas es usted y los que
desgraciadamente piensan como usted. Y le diré por qué.
Los hombres de las
cavernas eran hombres salvajes, sin civilización, brutos y que portaban
garrotes con los que matar a sus semejantes. En aquella época no existían
derechos humanos y la vida humana valía menos que sus lamentables escritos
recientemente publicados en su blog.
Pues bien Sra. Regás,
hacia esa sociedad es hacia donde Usted pretende llevar a la España del Siglo
XXI, con sus tesis por usted expuestas y defendidas: Falta de protección
jurídica de la vida humana, supremacía del más fuerte (el sano o perfecto según
usted) sobre el más débil (los que tienen malformaciones o discapacidades) y
utilización de la fuerza bruta para poner fin a la vida de inocentes. La única
diferencia es que en la edad de las cavernas se hacía con el garrote y en el
siglo XXI usted pretende que se haga en un quirófano esterilizado de un
abortorio.
No sea usted retrógrada
Sra. Regás y no pretenda retroceder miles de años en la historia de la
civilización y de la humanidad. Empiece usted a ser progresista de verdad, y
recuerde que no hay nada más progresista que defender la vida humana desde el
momento de la concepción, en esta sociedad del siglo XXI, que tantas veces se
pone de rodillas ante la cultura y la ideología de la muerte.
Por todo ello, Sra.
Regás, y en virtud de todo cuanto antecede, le invito a que de usted un paso al
frente, reflexione, y salga del lado oscuro intelectual en el que se encuentra
y abra sus ojos a la luz de la razón humana, a la luz del sentido común y a la
luz de la vida y el próximo 7 de octubre participe usted en la III Marcha Por
la Vida, organizada por entidades de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, que
se celebrará en Madrid y en otras 60 ciudades de España, con el lema “Por el derecho a vivir, aborto
cero”. Le recuerdo que el 7 de octubre coincide con la conmemoración
del Día internacional contra la pena de muerte.
Estoy convencido, que
como mujer progresista que pronto llegará a ser, algún día estará en contra de
que se condenen a pena de muerte a criaturas inocentes en el seno de sus madres
sin juicio previo, y por lo tanto espero y confío verla el próximo 7 de octubre,
en la ciudad donde resida, participando
en esta festiva, multitudinaria y reivindicativa III Marcha por la vida.
Con la confianza de que
esta humilde carta haya sido de su interés, y le haya servido para aclarar
algunos conceptos, reciba mi más cordial y afectuoso saludo.
Atentamente,
José Antonio Barragán Dorantes
1 comentario:
Magnífico escrito, como el anterior..... gracias por ser la voz de muchos.
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